Hablemos de profesores fascinantes.



El  brasileƱo escritor  Dr. Augusto Cury describe en su libro titulado "Padres brillantes, profesores fascinantes", lo que considera los siete pecados capitales de los educadores.



El primero de ellos es corregir al alumno pĆŗblicamente.

Un educador jamƔs deberƭa exponer una debilidad de una persona, por peor que sea, delante de los demƔs. Un educador debe valorar mƔs a la persona que se equivoca que su equƭvoco.


El segundo es expresar autoridad con agresividad.


Los educadores que imponen su autoridad son aquellos que le tienen miedo a sus propias fragilidades. Para que se tenga Ć©xito en la educaciĆ³n, es necesario considerar que el diĆ”logo es una herramienta educacional insustituible.

El tercero es ser excesivamente crƭtico: obstruir a la infancia del niƱo.


Los dƩbiles condenan, los fuertes comprenden, los dƩbiles juzgan, los fuertes perdonan. Los dƩbiles imponen sus ideas a fuerza, los fuertes las exponen con afecto y seguridad.


El cuarto es punir cuando se estƩ con rabia y poner lƭmites sin dar explicaciones.

La madurez de una persona se revela por la manera inteligente con que corrige a alguien. JamĆ”s ponga lĆ­mites sin dar explicaciones. Para educar, use primero el silencio y despuĆ©s las ideas. Elogie al alumno antes de corregirlo o criticarlo. Diga cuanto Ć©l es importante, antes de apuntarle el defecto. Ɖl recibirĆ” mejor sus observaciones y le amarĆ” para siempre.

Quinto: ser impaciente es desistir de educar.


Es necesario comprender que por detrĆ”s de cada alumno esquivo, de cada joven agresivo, estĆ” un niƱo que necesita de afecto. Todos queremos educar a jĆ³venes amables, pero son los que nos frustran que testan nuestra calidad de educadores. Son los hijos complicados que testan la grandeza de nuestro amor.

El sexto, es no cumplir con la palabra.


Las relaciones sociales son un contrato firmado en el palco de la vida. No lo rompa. No disimule sus reacciones. Sea honesto con los alumnos. Cumpla lo que promete. La confianza es un edificio difƭcil de ser construido, fƔcil de ser demolido y muy difƭcil de ser reconstruido.


SƩptimo: destruir la esperanza y los sueƱos.

La mayor falla que los educadores pueden cometer es destruir la esperanza y los sueƱos de los jĆ³venes. Sin esperanza no hay caminos, sin sueƱos no hay motivaciĆ³n para caminar. El mundo puede caer sobre una persona, ella puede haber perdido todo en la vida, pero, si tiene esperanza y sueƱos, ella tiene brillo en los ojos y alegrĆ­a en el alma.

Fuente: el libro "Padres brillantes, profesores fascinantes", de Augusto Cury

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